3er modo de orar: siguiendo el ritmo de la respiración [EE 258-260]


 Introducción
Las grandes religiones orientales han resaltado: el anhélito (la respiración), con la experiencia vital que supone. Y ahí se quedan en la mera recitación. Pero para san Ignacio la respiración es un medio para vitalizar unas oraciones con una relación interpersonal con “la persona a quien se endereza la oración”. Para san Ignacio nunca la persona orante queda ensimismada. Veamos cómo describe el ejercicio:
“El tercer modo de orar es que con cada anhélito o resollo se ha de orar mentalmente, diciendo una palabra del Pater noster, o de otra oración que se rece, de manera que una sola palabra se diga entre un anhélito y otro, y mientras durare el tiempo de un anhélito a otro, se mire principalmente en la significación de la tal palabra, o en la persona a quien reza, o en la bajeza de sí mismo, o en la diferencia de tanta alteza a tanta bajeza propia. Y por la misma forma y regla procederá en las otras palabras del Pater noster, y las otras oraciones”  [EE 258, 259-260].
<Se trata simplemente de orar con el ritmo de la respiración (de orar acompasadamente), tomando, por ejemplo, una palabra del Padrenuestro o del Ave María o de otra oración, pronunciando lenta y rítmicamente tal palabra mientras dura el tiempo de la inspiración a la expiración. Y así sucesivamente con las otras palabras de la oración que se haya elegido.
Pero Ignacio no nos deja con el simple ritmo vital aislado, sino que lo conecta con la vivencia de fe. En realidad la profunda experiencia del “suspiro” tiene siempre un fondo, un contenido. Aquí al conectar la vivencia relacional de la fe con el ritmo de la respiración, intenta que la persona se vaya incorporando a la vivencia de Dios desde sus niveles más viscerales. Así, la oración se va incrustando a la vida de forma que toda actuación llegue a ser experiencia orante.> (Chércoles)
Los ignacianos son “contemplativos en la acción”, “orantes en la acción”.
            <Los tres modos de orar son tan básicos que podemos considerarlos como punto de partida de todo planteamiento de oración, en cuanto que nos hacen tomar conciencia de aquello con lo que toda persona debe contar a la hora de abrirse en oración...
            El tercer modo nos conecta con la experiencia vital de la respiración (anhélito o resollo). No olvidemos que el origen de la experiencia del ‘espíritu’ tiene ahí su origen: ruaj, spiritus, soplo: sopló sobre ellos y les dijo: ‘Reciban el Espíritu Santo... (Jn 20, 22)
            Podemos, pues, considerar los tres modos de orar como un pórtico irrenunciable que muy bien puede ocupar una auténtica iniciación que debería preceder al proceso de Ejercicios en cuanto tal, sin poner plazos, sino que la persona vaya tomando conciencia de con qué cuenta.> (Chércoles).

Pasos de la oración

1 - Relajarse, tranquilizarse. Se puede hacer escuchando música suave, fijando la vista en un objeto de la habitación, mirando por la ventana, sintiendo los latidos del corazón, leyendo un poema, paseando, etc. A medida que el espíritu se va calmando, ir pensando tranquilamente qué voy a hacer, el Señor me espera, etc.> (Borrás 1990: 12). “A dónde voy y a qué” [EE 250].

2 - Oración Preparatoria: Que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de su divina Majestad” [EE 46].
Una oración breve y sencilla dirigida a aquel a quien se quiere dedicar este momento [EE 251]. Por ejemplo, si la oración escogida es el Padrenuestro, al Padre. (Borrás 1990: 12).
Elija la postura “según la mayor disposición en que se halle y más devoción le acompañe” [EE 252].
Se puede hacer en la noche en la cama, si te cuesta dormir. Poco a poco vendrá el sueño pensando en nuestro Padre Dios. Por otra parte, el respirar en profundidad despacio es un ejercicio físicamente muy sano.

3 - Preparar el material necesario: Elegir una oración hecha. Por ejemplo, el Padrenuestro, el Avemaría, un Salmo, la letra de un canto, cualquier oración antigua o moderna, un texto de la Biblia, jaculatorias, “En todo amar y servir”. Tenerla presente (de memoria o bien escrita delante).

4 - Petición:
Señor, quiere profundizar en el significado de cada palabra. Te pido que la saboree con amor, con cariño. Que cada palabra me lleve al más allá, a lo que “ni el ojo vió ni el oído oyó”… Que me identifique con la persona a quien va dirigida la oración.

5 – Sentir a Dios en la respiración
            <El primer modo de orar es una oración que acompaña a la respiración. Si tomamos del Padre Nuestro la primera palabra ‘Padre’, la vamos pronunciando mientras dura el tiempo de la inspiración a la expiración, haciéndolo lenta y rítmicamente. Después la segunda palabra ‘Nuestro’, etc. Se trata, pues, de orar siguiendo el ritmo de la respiración.
            Es más parecido a un canto que a una oración reflexiva. Ayuda a irse identificando con toda la persona, con este Dios sencillo y afectuoso, que quiere entrar en contacto con nosotros. Va bien cuando se está cansado y con pocas ganas de reflexionar.
            Ayuda pensar que cuando inspiramos entra el oxígeno (Dios) y cuando expiramos sale lo que nos esclaviza. La oración es la respiración del espíritu.> (Borrás 1990: 12-13).
            Este ejercicio se puede repetir varias veces con la misma oración o con otras.

6 – Coloquio: Repito la oración, que elegí para esta contemplación.

7 – Examen de la oración
            <Ver si he hecho bien la preparación a la oración (relajarse, oración preparatoria, petición). ¿Qué actitud me ha brotado más espontáneamente en este tiempo: acción de gracias, alabanza, petición, arrepentimiento…? ¡Doy gracias a Dios por esa actitud!> (Borrás 1990: 11).
Bibliografía
-          Chércoles, Adolfo, S.J. La oración en los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, Revista Manresa Nº   , Año       . Ver texto en:
-          Borrás, Pere (1990) Orar con S. Ignacio de Loyola. Seminario Ejercicios. Colección ‘Ayuda’. Compañía de Jesús – Cataluña. Cristianisme i Justicia. Págs. 31.
-          Ignacio de Loyola. Autobiografía y Ejercicios Espirituales. Ed. SA Ed CR. Caracas 2002, nn. 258-260.
José Martínez de Toda, S.J.
Comunidad Ignaciana de S. Francisco

08 Septiembre 2013

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