Introducción
Las grandes religiones
orientales han resaltado: el anhélito
(la respiración), con la experiencia vital que supone. Y ahí se quedan en la
mera recitación. Pero para san Ignacio la respiración es un medio para
vitalizar unas oraciones con una relación interpersonal con “la persona a
quien se endereza la oración”. Para san Ignacio nunca la persona orante
queda ensimismada. Veamos cómo describe el ejercicio:
“El tercer modo de orar es que con cada anhélito o resollo se ha de orar
mentalmente, diciendo una palabra del Pater noster, o de otra oración que se
rece, de manera que una sola palabra se diga entre un anhélito y otro, y
mientras durare el tiempo de un anhélito a otro, se mire principalmente en la
significación de la tal palabra, o en la persona a quien reza, o en la bajeza
de sí mismo, o en la diferencia de tanta alteza a tanta bajeza propia. Y por la
misma forma y regla procederá en las otras palabras del Pater noster, y las
otras oraciones” [EE 258, 259-260].
<Se trata simplemente de
orar con el ritmo de la respiración (de orar acompasadamente), tomando, por
ejemplo, una palabra del Padrenuestro o del Ave María o de otra oración,
pronunciando lenta y rítmicamente tal palabra mientras dura el tiempo de la
inspiración a la expiración. Y así sucesivamente con las otras palabras de la
oración que se haya elegido.
Pero Ignacio no nos deja con
el simple ritmo vital aislado, sino que lo conecta con la vivencia de fe. En
realidad la profunda experiencia del “suspiro” tiene siempre un fondo, un
contenido. Aquí al conectar la vivencia
relacional de la fe con el ritmo de la respiración, intenta que la persona
se vaya incorporando a la vivencia de Dios desde sus niveles más viscerales. Así,
la oración se va incrustando a la vida de forma que toda actuación llegue a ser experiencia orante.> (Chércoles)
Los ignacianos son “contemplativos en la acción”, “orantes en
la acción”.
<Los
tres modos de orar son tan básicos que podemos considerarlos como punto de
partida de todo planteamiento de oración, en cuanto que nos hacen tomar
conciencia de aquello con lo que toda persona debe contar a la hora de abrirse
en oración...
El tercer modo nos conecta con la
experiencia vital de la respiración
(anhélito o resollo). No olvidemos que el origen de la experiencia del
‘espíritu’ tiene ahí su origen: ruaj, spiritus, soplo: sopló
sobre ellos y les dijo: ‘Reciban el Espíritu Santo... (Jn 20, 22)
Podemos, pues,
considerar los tres modos de orar como un pórtico irrenunciable que muy bien
puede ocupar una auténtica iniciación
que debería preceder al proceso de Ejercicios en cuanto tal, sin poner
plazos, sino que la persona vaya tomando conciencia de con qué cuenta.>
(Chércoles).
Pasos de la
oración
1 - Relajarse,
tranquilizarse. Se puede hacer escuchando música suave, fijando
la vista en un objeto de la habitación, mirando por la ventana, sintiendo los
latidos del corazón, leyendo un poema, paseando, etc. A medida que el espíritu
se va calmando, ir pensando tranquilamente qué
voy a hacer, el Señor me espera, etc.> (Borrás 1990: 12). “A dónde voy y a qué” [EE 250].
2 - Oración Preparatoria: “Que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente
ordenadas en servicio y alabanza de su divina Majestad” [EE 46].
Una oración breve y sencilla
dirigida a aquel a quien se quiere dedicar este momento [EE 251]. Por ejemplo,
si la oración escogida es el Padrenuestro, al Padre. (Borrás 1990: 12).
Elija la postura “según la
mayor disposición en que se halle y más devoción le acompañe” [EE 252].
Se puede hacer en la noche en
la cama, si te cuesta dormir. Poco a poco vendrá el sueño pensando en nuestro
Padre Dios. Por otra parte, el respirar en profundidad despacio es un ejercicio
físicamente muy sano.
3 - Preparar el
material necesario: Elegir una oración hecha. Por ejemplo, el Padrenuestro, el Avemaría,
un Salmo, la letra de un canto, cualquier oración antigua o moderna, un texto
de la Biblia, jaculatorias, “En todo amar y servir”. Tenerla presente (de memoria
o bien escrita delante).
4 - Petición:
Señor,
quiere profundizar en el significado de cada palabra. Te pido que la saboree
con amor, con cariño. Que cada palabra me lleve al más allá, a lo que “ni el
ojo vió ni el oído oyó”… Que me identifique con la persona a quien va
dirigida la oración.
5 – Sentir a Dios en la respiración
<El primer modo de orar es una oración que acompaña a
la respiración. Si tomamos del Padre Nuestro la primera palabra ‘Padre’, la
vamos pronunciando mientras dura el tiempo de la inspiración a la expiración, haciéndolo
lenta y rítmicamente. Después la segunda palabra ‘Nuestro’, etc. Se trata,
pues, de orar siguiendo el ritmo de la respiración.
Es más parecido a un canto que a una oración reflexiva.
Ayuda a irse identificando con toda
la persona, con este Dios sencillo y afectuoso, que quiere entrar en contacto
con nosotros. Va bien cuando se está cansado y con pocas ganas de reflexionar.
Ayuda pensar que cuando inspiramos entra el oxígeno (Dios) y cuando expiramos sale
lo que nos esclaviza. La oración es
la respiración del espíritu.> (Borrás 1990: 12-13).
Este ejercicio se puede repetir varias veces con la misma
oración o con otras.
6 – Coloquio: Repito la oración, que elegí para esta
contemplación.
7 – Examen de la
oración
<Ver
si he hecho bien la preparación a la oración (relajarse, oración preparatoria,
petición). ¿Qué actitud me ha brotado más espontáneamente en este tiempo:
acción de gracias, alabanza, petición, arrepentimiento…? ¡Doy gracias a Dios
por esa actitud!> (Borrás 1990: 11).
Bibliografía
-
Chércoles,
Adolfo, S.J. La oración en los Ejercicios
Espirituales de San Ignacio de Loyola, Revista Manresa Nº , Año
. Ver texto en:
-
Borrás, Pere (1990) Orar con S.
Ignacio de Loyola. Seminario Ejercicios. Colección ‘Ayuda’. Compañía de
Jesús – Cataluña. Cristianisme i Justicia. Págs. 31.
-
Ignacio de Loyola. Autobiografía y Ejercicios Espirituales. Ed. SA Ed CR. Caracas 2002, nn. 258-260.
José Martínez de Toda, S.J.
Comunidad Ignaciana de S.
Francisco
08 Septiembre 2013
No hay comentarios.:
Publicar un comentario